viernes, noviembre 09, 2007

silencios...




tu silencio y el mío
se han estado encontrando,
todo el tiempo en que ambos
no supimos de los dos.
las historias compartidas
les han enseñaron algo,
lecciones que obviamente,
no nos piensan explicar.
se han marchado esperando
que sea el tiempo quien nos diga,
las cosas que se supone,
deberíamos entender,
y mientras el tiempo calla,
en esta noche sombría,
comienzo a hacerle preguntas
que se niega a responder,
dónde están aquellos brazos
que deberían refugiarme?
cómo se aleja este frío
que esta quemando la piel?
dónde guardo las caricias
que no pueden entregarse?
en una noche como ésta,
que no para de llover…


en un bar, en algún lado,
dos silencios embriagados,
esperan vernos volver…

martes, noviembre 06, 2007

dudas...

Alguien me preguntó porque no volvía a escribir?...yo simplemente respondí…cada cosa tiene su momento, y este, es mi momento de escuchar y aprender, no de hablar.
Observando a las personas encontramos con frecuencia más preguntas que respuestas, pues curiosamente suelen hacer lo opuesto de lo que sienten, pero mientras más te extrañas de lo que ves, descubres nuevos puntos de vista que nunca te habrías planteado y tal vez sean la solución de muchos de tus viejos cuestionamientos.
Para los que les interesa, allí les dejo una de mis historias sin terminar.


Tras llamar a la puerta sin obtener respuesta, decides entrar y cruzar la sala, una copa de vino aun guarda el aroma del líquido recién acabado, la botella vacía es reflejo de que alguien intenta olvidar o celebrar, las luces azotadas por el viento impregnan el ambiente de olor a rosas. Olvidas la razón por la que llegaste allí, ahora tu curiosidad se alimenta de la necesidad de saber quien habita en ese lugar.
Una puerta entreabierta deja colar la brisa, volando las hojas de un libro a medio terminar, oyes una voz al otro lado del umbral y sin proponértelo te acercas lentamente, sin intención de ser visto, para poder tener tiempo de observar.
Ella habla en susurros de cara a la playa, envuelta en una manta protegiéndose del frío, puede que sus pensamientos estén hablando en voz alta o puede que sea el miedo el que se deja escuchar.
Se da vuelta y te mira directo a los ojos y de pronto entiendes que tú tampoco estas solo, tu curiosidad te hizo entrar a esa casa y ahora es tu miedo quien te pide que salgas, y mientras tu rostro refleja el debate que luchas, ella rompe el silencio y te pregunta:
- A quién decidiste escuchar?